sábado, 14 de mayo de 2016

Evaluación de la asignatura Didáctica General 2016

Savater y la antipedagogía: esfuerzo, memoria, apuntes y autoridad, ¡faltaría más!

Escuela
¿Qué es lo que hay que aprender? Pues aprender a aprender, a ser críticos con lo que pretenden enseñarnos


Siempre oí repetir que la enseñanza debe ser “crítica”. Nada de memoria, nada de llenar la cabeza de datos (¡se encuentran en Internet!), nada de que el maestro hable desde la tarima y los demás callen tomando apuntes, nada de asignaturas sin relación con la vida cotidiana (¿como las matemáticas, la historia o la gramática?) y nada de dar por hecho que uno sabe y los demás no. ¡Crítica ante todo! ¡El aprendizaje debe ser crítico, si me apuran más crítico que aprendizaje! ¿Qué es lo que hay que aprender? Pues aprender a aprender, a ser críticos con lo que pretenden enseñarnos. Cuando el maestro anticuado profiere como irrefutable cualquier tópico viejuno, v. gr. “París es la capital de Francia”, el alumno debe propinarle un certero “¡Eso lo dirás tú!”. Seguro que le desconcierta…


Abracé dócilmente esta rebeldía, hasta darme cuenta de que los críticos más contundentes son quienes mejor han aprendido aquello de lo que se habla: por plácido que sea su talante, los que saben aritmética no aguantan a los que dicen que dos y dos son cinco. Y tienen sus razones. Son precisamente esas razones las que deben enseñarse en la escuela, porque con ellas vendrá por añadidura el espíritu crítico, que no es simple afán de contradicción. Dos libros recientes, La conjura de los ignorantes (ed. Pasos Perdidos), de Ricardo Moreno Castillo, y Contra la nueva educación (ed. Plataforma Actual), de Alberto Royo, defienden esta asombrosa doctrina, la de siempre, y con ella el esfuerzo estudioso, el orden en el aula y el magisterio de los profesores, que no deben ser meros colegas lúdicos ni animadores emocionales de la comuna escolar. Y lo hacen de modo muy divertido: quien mañana ocupe la cartera de Educación hará bien en leerles.

martes, 10 de mayo de 2016

Interesante reflexión para el futuro: ¿Está preparado Magisterio para formar a los profesores del futuro?

¿
La herencia teórica en la forma de enseñar y la falta de innovación por parte de las facultades son algunos de los frenos

Ya existe un boceto de cómo será la escuela en el año 2030. Los conocimientos académicos ya no serán tan importantes y se valorarán mucho más las habilidades personales, la capacidad de empatizar con los demás o de tomar decisiones. El rol del profesor ya no será el de transmitir sus conocimientos al alumno, sino el de actuar como guía para que el propio estudiante construya los contenidos a partir de diferentes fuentes. Los métodos de enseñanza tendrán como base la creatividad y la metodología será cada vez más personalizada. Cada niño aprenderá según sus necesidades.

Ese es el escenario descrito por 1.550 profesores, estudiantes y responsables políticos en materia de educación de la organización WISE (la Cumbre Mundial por la Innovación en Educación, en sus siglas en inglés), creada en 2009 por la Fundación Qatar. Según las encuestas La escuela en 2030 (2014) y Conectando la educación con el mundo real (2015), el principal desafío al que se enfrentan los sistemas educativos en diferentes países del mundo es la calidad de los profesores. Según los expertos de WISE en España, el aprendizaje basado en proyectos es uno de los mayores retos para la escuela tanto en primaria como en secundaria.

¿Está preparado el grado de Magisterio para formar a los futuros profesores de acuerdo con esos cambios? Hasta la fecha no hay estudios que respondan a esa pregunta. Lo más cercano a la realidad son las opiniones de algunos docentes universitarios de diferentes campus españoles.

Carmen Alba, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense desde 1987, cree que muchas de las clases que se imparten hoy se parecen a las de hace 20 años. "Tenemos una herencia muy teórica. Puede haber profesores más pragmáticos, pero no sabemos si los alumnos están aprendiendo o no métodos más innovadores". Considera que el plan de estudios de los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria -nombre de la carrera de Magisterio tras la llegada del Plan Bolonia- tiene dos grandes lagunas: la competencia digital y la formación en atención a la diversidad. En su universidad ninguna de esas materias es obligatoria. “Todo maestro tendría que ser alfabetizado en cultura digital y es una asignatura optativa. Además, los niños tienen diferentes velocidades de aprendizaje y esa competencia no se está trabajando”, explica.

Entre los casi 300 profesores de los grados de Educación que se imparten en la Complutense, muchos están liderando proyectos de innovación docente, pero el principal freno, sostiene Alba, es que no existe un proyecto impulsado por la Facultad. "Para que las cosas cambien hace falta que se lance un plan estratégico desde la propia institución y que ésta defina qué tipo de profesor quiere formar". Por el momento, existe una comisión de calidad para cada uno de los títulos, pero solo evalúa si los contenidos se ajustan a la normativa y no la forma en que se enseña a los alumnos. "La evaluación tendría que ser de carácter pedagógico y no tan burocrática", critica Alba.

En la cafetería de la Facultad, tres alumnos de tercero del grado en Educación Primaria lamentan que las clases sigan el sistema tradicional. "No te dan ganas de venir, cada profesor se centra en dar su asignatura y no se preocupan de que aprendas a dar clase. Es todo muy monótono, una repetición de lo que ya dimos en el instituto", cuenta María Iturzaeta, de 21 años. En dos meses de prácticas ha aprendido más que en los casi tres años de carrera. "No utilicé nada de lo que he aprendido aquí".

Su compañero Álvaro Ballesteros, de 24 años, cree que el profesor sigue estando en un pedestal y que los alumnos solo escuchan. "Hay muy pocos profesores que hablen de la necesidad de innovar y de darle la vuelta a la enseñanza. Las asignaturas de didáctica, que son las que más nos interesan, son muy teóricas". "Te hacen memorizar papeleo", añade Daniel Figueras, otro estudiante de 21 años.

El aprendizaje basado en proyectos es uno de los mayores retos para la escuela tanto en primaria como en secundaria.

Para David Reyero, profesor del grado en Educación Infantil de la Complutense desde hace 16 años, el problema de la innovación educativa en el sistema público es que no se tiene claro qué tipo de escuela se quiere. "A diferencia de lo que sucede con la privada, que está en continuo cambio para atraer a nuevos alumnos, aquí no hay presión externa que obligue a salir de lo que se está haciendo". La Universidad es, en su opinión, un elefante que se mueve de forma muy lenta, casi por inercia, al que le falta conexión con los colegios para conocer qué necesitan. "Esa es una de las líneas que habría que potenciar, analizar lo que está sucediendo en las aulas para modificar el programa académico de los grados".

Lo que está claro, según los expertos consultados, es que el sistema educativo está agotado y no da más de sí. "La escuela tradicional es un aburrimiento y por eso hay tanto fracaso. En las pantallas los niños están aprendiendo de forma autodidacta y luego llegan a clase y chocan contra un sistema decimonónico", apunta Mariano Fernández Enguita, profesor de la Complutense.

En su libro La educación en la encrucijada, señala que la baja exigencia en las facultades de educación contribuye a la poca preparación con la que salen los profesores. "Los estudiantes de Educación se gradúan con la nota media más alta de los ocho grandes grupos de titulaciones (7,57 frente al 7,36 medio), mientras que su nota media de acceso está por debajo de la media (en 2013 fue de 7,5 para Infantil, por debajo del 8,37 del resto de grados). Hay dos interpretaciones: las facultades de Educación son las más eficaces o son menos exigentes", señala.

"El problema somos nosotros, que no tenemos competencias para formar a los docentes del futuro", asegura Nines Gutiérrez, coordinadora del grado en Educación Primaria de la Universidad Autónoma de Madrid. "Vamos siempre detrás de lo que dicta la industria en lugar de fijar las reglas desde las universidades. Empresas como LEGO lanzan un robot y en los colegios se crea la asignatura de robótica para enseñar a los niños a programarlos". Está claro que la programación fomenta la creatividad y ayuda a estructurar la mente, sostiene Gutiérrez, pero la reflexión de qué tipo de profesor y enseñanza se quiere debería nacer en la Universidad. "La Administración elabora rankings de las mejores universidades, pero ¿qué se hace con esos resultados? No se analizan los errores para intentar mejorar".

Con el objetivo de acelerar el proceso de cambio educativo y crear nuevas propuestas didácticas y metodológicas para la enseñanza universitaria, la Universidad Rey Juan Carlos lanzó hace casi un año el Observatorio para el estudio y desarrollo de innovaciones en el ámbito educativo, en el que ya participan 60 docentes de diferentes especialidades. "La sociedad ha evolucionado mucho y la educación no. La clave está en las facultades de Magisterio y pese al problema del corsé legal para la configuración de los grados, la innovación es nuestra responsabilidad", apunta Pilar Laguna, directora del Observatorio.

La clave es involucrar a docentes en investigaciones ligadas a la innovación y llevar los resultados a las aulas para que los alumnos participen en el cambio de paradigma educativo. En septiembre de 2015, el porfesor de la URJC Jesús Paz-Albo inició junto a investigadores de la Universidad de Washington un estudio para mejorar el rendimiento de los estudiantes en el aprendizaje de matemátcas. Sus alumnos del grado en Educación Primaria e Infantil están a punto de conocer las técnicas para conseguir que los niños se motiven al aprender con números. "Estamos trabajando con colegios en Estados Unidos y esa experiencia nos hace tomar conciencia de lo que pasa en las aulas. Hay que modificar la forma de enseñar, si no seguiremos teniendo los mismos resultados". El primer paso es, según este equipo de investigadores, conseguir un cambio de actitud en el profesorado. 

miércoles, 4 de mayo de 2016

Diario 27ª clase teórica. EDUCACIÓN EMOCIONAL. ELENA RODRÍGUEZ CASTRO

Diario realizado ñor Elena Rodríguez Castro.

En la clase de hoy, nuestras compañeras Patricia, Sandra, Paula y Alejandra nos han hecho una exposición sobre su trabajo: El desarrollo emocional.

En primer lugar Sandra nos habló sobre la definición de desarrollo emocional, la cual mandó leer a una compañera. A continuación, nos explicó en qué área del currículo asturiano de Educación Infantil se encontraba la educación emocional  (Área 1).

Después, Josetxu nos preguntó la diferencia entre emoción y sentimiento: una emoción es algo más innato, mientras que un sentimiento es más bien una emoción consolidada.

En segundo lugar, Paula nos explicó los principales autores de la educación emocional: Daniel Goleman, Mayer y Salovey.

Daniel Goleman (psicólogo estadounidense). Fue cofundador de la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning (Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y Emocional).

Mayer y Salovey: La inteligencia emocional consiste en la habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones.

Josetxu nos puso un ejemplo: llegamos a casa y vemos un conflicto entre nuestros padres, ¿qué mecanismos utilizamos para regular lo que nos hace sentir esa escena? Si tenemos educación emocional, sabremos controlarnos, pero para los niños/as es un paso aún más complicado, ya que regular las emociones es muy complicado a esas edades.     

continuación, Paula nos siguió hablando de los autores 
más significativos en España: Rafael Bisquerra Alzina y Elia López Cassá.

- Rafael Bisquerra Atzina. Formó el GROP (Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica). Es un referente indispensable al hablar de desarrollo emocional en nuestro país.

-   Élia López Cassá. Maestra en Educación Infantil y Primaria, Psicopedagoga y Doctora por la Universidad de Barcelona. Llevó a cabo un programa de educación emocional donde nos presenta varias actividades para llevar a cabo en educación infantil de 3 a 6 años.

En tercer lugar, Alejandra habló de las competencias emocionales:

1.    Conciencia emocional

2.    Regulación emocional

3.    Autonomia emocional

Antes de continuar, Josetxu nos pregunta qué es la resiliencia, pero ninguno de nosotros/as supimos contestar, por lo que nos lo explicó Alejandra: “Es la capacidad para adaptarse a condiciones adversas”.

4.    Competencia social

Josetxu, de nuevo, nos pregunta qué es ser asertivo, concepto que a menudo confundimos con ser empático. Ser asertivo se define cómo decir lo que se  piensa sin ofender a los demás (equilibrio entre agresividad y pasividad).

5.    Competencia para la vida y el bienestar.


Y, por último, Patricia nos habló sobre el programa de López Cassá, un programa para trabajar la educación compensatoria de 3 a 6 años. Este programa está dividido como el currículo de Educación Infantil (objetivos, contenidos, evaluación...).

Patricia explicó una serie de actividades propuestas por López Cassá, en las que los alumnos y alumnas, por ejemplo, deben identificar las emociones (contento, triste, enfadado, asustado, preocupado y sorprendido), actividades de autoestima, reconocer los sentimientos propios y de los demás...etc.


Para finalizar con la presentación, Josetxu nos dijo que todas las actividades emocionales tienen mucho que ver con cómo afrontar el acoso escolar en infantil.